Vencer el miedo a emprender
Por: Clau Santodomingo
En la cotidianidad de la vida, incluyendo el entorno empresarial podemos escuchar la frase “el cambio es la única constante”, pero, ¿qué tan flexibles somos al cambio?
Hace 4 años inicié mi relación con el mundo del emprendimiento, y sobre todo del emprendimiento social. En la feria del libro de 2017, en la editorial del CESA, compré un libro llamado “Llenando espacios” de Juan David Aristizábal Ospina. El libro recopila la historia de varios emprendedores sociales, y cuál ha sido su propósito para llevar a cabo una acción que genera aporte a la sociedad y a ellos mismos.
Llevaba 7 años de experiencia en el mundo empresarial, en el cual mis relaciones eran más comerciales y con un objetivo claro de cumplimiento de ventas trimestrales, y por supuesto anuales. Cumplir esa meta no significaba llegar al 100% del presupuesto, la invitación era que al menos llegáramos a un 120%. Justamente esa invitación me recordó mis infinitos cuestionamientos, si realmente estaba donde quería estar, si quería seguir entregando ese 120% a una empresa diferente o una empresa propia. Pensé en empezar a levantarme todos los días haciendo lo que me gusta, lo que se me facilita y algo con lo que pueda aportar al mundo, recibiendo además un beneficio económico. En otras palabras, encontrar y conectar con mi IKIGAI . Parafraseando a Andrés Ramírez, docente de Happy Business, la felicidad no es ausencia de dolor, y esto lo menciono porque me gustaría compartir que si bien podemos estar en nuestro IKIGAI, las adversidades, los retos, los cambios hacen parte real y necesaria de nuestra existencia en la isla del universo.
Entendiendo los retos que venimos afrontando como sociedad a nivel global, incluso me atrevería a decir, que desde la misma existencia de la sociedad y la construcción consciente e inconsciente del sistema económico, social, cultural y político en el que vivimos el día de hoy, el ejercicio de emprender nuevas acciones, se ha fortalecido al menos en la últimas dos décadas para asumir estos retos mundiales, y empezar a entender nuestro pasado. Visualizar hacia dónde queremos ir como individuos y colectivo y, desde estos lugares tomar nuevas decisiones, porque si queremos resultados diferentes, a lo mejor debemos hacer las cosas diferentes. Como lo expresó el poeta y filósofo Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”.
En la práctica podemos encontrar que el ejercicio de emprender inicia con nuestro propia vida, con nuestro proyecto de vida, también podemos tener la oportunidad de comenzar desde la creación de nuevos negocios, el intraemprendimiento que consiste en crear nuevas oportunidades de negocio dentro de una organización. Empezar un proyecto personal o grupal, y también encontramos el emprendimiento social, conocido como aquel que se encarga de innovar y crear nuevas soluciones para aportar a la sociedad y ser sostenible.
Pero, ¿qué significa o qué entendemos por el mundo del emprendimiento? ¿Cuál es nuestro aporte a la sociedad desde la acción de emprender?
En la literatura podemos encontrar que el significado de emprendimiento es como el modelo mental y el proceso de crear y desarrollar una actividad económica combinando riesgo con creatividad e innovación para una organización nueva o en una existente (Mcelwee, 2006).
¿Por qué nos da tanto miedo hacer las cosas diferentes y empezar a tomar nuevas decisiones?
¿Por qué el salirnos de nuestra zona de confort se nos hace tan difícil?
¿Cuántas ideas nos han pasado por la mente para crear empresa, o crear nuevas maneras de hacer las cosas en la empresa que estamos actualmente y por limitaciones mentales propias dejamos que todas estas grandes ideas se queden en un sueño o frustración?
Para soltar ese miedo a hacer las cosas diferentes, a emprender nuevas acciones, debemos tomar decisiones, y esto implica renuncias.
Entonces, ¿a qué estamos dispuestos a renunciar para vencer el miedo a emprender?
Desde mi experiencia personal y en conversaciones con otros emprendedores, hablamos sobre uno de los mayores retos que debemos asumir, que es decirle no a la comodidad de un salario fijo, el cual viene de una acción que no es lo que amamos, sino que simplemente estamos cumpliendo con lo que hacemos para poder recibir dicho salario. Creemos que esto nos da el poder, pues nos permite pagar placeres efímeros que a veces confundimos con la felicidad tan anhelada. Tomo como primer criterio la parte económica para que nos preguntemos si lo que hacemos al levantarnos cada mañana de nuestra cama es lo que amamos, o si lo hacemos por cumplir, o como dice uno de los cuadrantes mencionados por Borja en su libro “qué harías si no tuvieras miedo” odiar lo que hago.
Para vencer el miedo a emprender, hay que conocernos a nosotros mismos, la importancia del autoconocimiento para poder hacernos las preguntas poderosas que nos ayuden a extraer información desde nuestro propio ser, y así conectar con nuestro IKIGAI, una razón para vivir.
Para fortalecer la habilidad del autoconocimiento debemos estar dispuestos y con la voluntad de aceptar vivir con mentalidad de eterno aprendiz, y así estar en constante aprendizaje de la vida que nos permitirá estar a la vanguardia de los cambios, y como lo mencioné al inicio de este artículo: en la cotidianidad de la vida, incluyendo el entorno empresarial podemos escuchar la frase “el cambio es la única constante”, pero, ¿qué tan flexibles somos al cambio?
Para vencer el miedo a emprender debemos concientizarnos que somos seres en constante evolución y que no importa la edad para decidir emprender una nueva manera de vivir, en la que la plata es la consecuencia de unas decisiones tomadas desde la conciencia de quién soy y para qué estoy hoy en este mundo. Es por esto que la creatividad y la innovación son dos ejes esenciales para la construcción de nuevos emprendimientos, donde todos sean sociales, y aquellos emprendimientos que nacen con el propósito de crear empresa, recordar qué tipo de empresa queremos construir en esta nueva sociedad que nos pide a gritos que nos transformemos, pero que entendamos también que la transformación inicia por nosotros mismos, como seres sociales y pensantes, que no somos los únicos que habitamos el planeta tierra.
Así que, si queremos vencer el miedo a emprender, recordemos la importancia de conocernos, y cómo nuestros talentos al ponerlos al servicio de la sociedad a través de acciones sociales, ambientales y económicamente sostenibles, nos llevarán a ser una sociedad cada vez más consciente y con sentido de vida.